lunes, 27 de octubre de 2014

Otra de sugerencias para llenar salas de concierto...

Parece que se va a acabar el mes de octubre y no voy a publicar nada por aquí. Pues no, aquí está la clásica entrada fruto de la indignación de un momento (luego se me pasa). En este caso hay que leer esto:
http://www.musicaantigua.com/diez-cosas-que-cambiar-en-los-conciertos-y-asi-atraer-nuevos-publicos/

Ya hace tiempo puse una entrada similar, y es que parece que está de moda preguntarse porqué no va la gente a conciertos (¿tendrá que ver con los precios también?...) y sobre todo lamentarse y buscar formas de atraer al público cada cual más peregrina (recordemos a Max Hole)
Las propuestas citadas en el artículo de arriba provienen del blog de un tal Baldur Brönnimann, director de orquesta suizo al cual acabo de conocer hoy. Es un señor que por lo que veo se dedica bastante a la música contemporánea, y eso por mi parte le honra: http://www.baldur.info/es/blog/10-things-that-we-should-change-in-classical-concerts/ (no puedo evitar hacer un chiste malo con el nombre... Baldur, hijo de Bofur. Suena a enano de Tolkien)

Ante todo he de decir que algunas propuestas son perfectamente lógicas, como la de que la gente pueda usar su móvil libremente para grabar, mientras lo tenga en silencio. Lo del frac en las orquestas me parece intrascendente, como si quieren ir en chandal, no sé porqué eso le afecta tanto a alguna gente.
Una idea que me ha parecido especialmente fuera de sitio es la que el público se sienta libre de aplaudir entre movimientos de una obra, o durante ella. Eso en una jam session está muy bien, pero en el ámbito de un concierto "clásico", el aplauso me resulta como una especie de llamada a la realidad, un ruido ajeno que se cuela dentro de la música y que la perturba. Es una molestia al nivel de la del señor que quita el envoltorio al caramelo, o el que nunca tiene tos menos cuando va al teatro (en el Maestranza vi una Bohème en la que los responsables de contagiar la tuberculosis a Mimi estaban sentados entre el público)

El asunto del repertorio por mi parte es cierto. Una de las cosas que más me desmotivan para ir a un concierto es la repetición de las mismas obras una y otra vez. No estaría de más integrar algo de música "contemporánea" o de mediados del siglo XX en adelante, y sobre todo que eso sea algo realmente usual.

Nota: Esta entrada la escribí a altas horas de la madrugada y tras releer el texto y ver que no es tan descabellado como me pareció la primera vez que lo leí, la he matizado bastante. He acabado descubriendo que no va descaminado, de hecho yo acogería con agrado bastantes de esas medidas.
En resumen, creo que realmente lo que sobra en el concierto "clásico" es el ritual innecesario, se trataría de hacer el ambiente más distendido y natural, siempre sin perder la noción de que a un concierto se va a escuchar música y para eso es necesario un cierto estado de ánimo, una predisposición a realizar el esfuerzo de escuchar, y que todo aquello que moleste debe dejarse fuera.