miércoles, 27 de diciembre de 2017

Gilgamés y algo de música.

El otro día, de visita en Madrid aproveché para ir a la Casa del Libro y surtirme de algo para leer. Me llevé 2 libros, el Antimanual de filosofía de Michel Onfray, recomendación de mi compañero José Ángel (al cual aprovecho para saludar desde aquí) y Gilgamesh (o Gilgamés, como he escrito en el título)
Este último libro tenía ganas de leerlo desde hace tiempo y de las varias ediciones que había, me decidí por la siguiente:

Es una versión en prosa que se lee bastante bien. Hay algunas notas al texto y una introducción tan larga como el propio relato. En la introducción habla del origen del poema, de su posterior descubrimiento y lo explica (por esa misma razón primero me leí la historia de Gilgamesh y luego fui a la introducción, para que no me reventaran el libro).
Es bastante fácil encontrar el poema en Internet y hay muchísima información acerca de él (pongo el enlace de Wikipedia para quien quiera información rápida: https://es.wikipedia.org/wiki/Gilgamesh). Lo que sigue, aunque no he querido detallar demasiado y la historia es bastante conocida, puede destripar un poco el libro. El que avisa no es traidor, podéis saltar directamente a la música.

La epopeya de Gilgamesh es el testimonio escrito más antiguo conocido. Su protagonista, tras la muerte de su amigo Enkidu, viaja a reunirse con Utnapishtim, el único hombre al cual los dioses concedieron la inmortalidad. Utnapishtim le narra la historia del diluvio universal (¿qué os recuerda eso? Este Utnapishtim es el antecedente del Noé bíblico) y finalmente no puede ayudarlo, con lo que Gilgamesh se vuelve con la manos vacías. La conclusión es que la muerte no es algo de lo que el ser humano pueda escapar.

La versión que he leído conserva las peculiaridades propias del texto del poema, como repeticiones literales que dan lugar en ocasiones a formas estróficas. Me refiero especialmente a la parte en la que, antes de ir a matar al monstruo Humbaba, Gilgamesh tiene cuatro sueños distintos y Enkidu los interpreta. Eso me hizo pensar que quizás, a diferencia de como leemos ahora, en su época este poema sería cantado. Creo que esta afirmación es una perogrullada como un templo babilónico. La separación de la música y la poesía, como algo que se lee para uno mismo y en la intimidad, es un tema que me interesa. Pienso que no siempre fue así, quizás la poesía escindida de la música sea un "invento" más moderno. Habría que investigarlo, en este momento todo lo que puedo hacer es elucubrar, así que voy a dejar de pegar palos de ciego y vamos con algo de música.

Para comenzar, una cantata de Bohuslav Martinu, The Epic of Gilgamesh, compuesta entre 1954 y 1955: https://youtu.be/HYjZmcoac2c

Y para acabar, la última parte de una obra que me encanta, los Quatre chants pour franchir le seuil (1996- 1998), de Gérard Grisey. En estos "Cuatro cantos para atravesar el umbral", el tema es justamente la muerte, y en ella Grisey se basa en textos pertenecientes a varias culturas, la cristiana, la egipcia, la griega y la sumeria, que es la que nos interesa en este caso. Utiliza en particular el texto de la narración de Utnapishtim, la destrucción de la humanidad por parte del diluvio universal, y lo representa de una forma bastante gráfica:
https://youtu.be/7pOvNkmLsOE?t=28m22s

Esto es todo por ahora. Ya que el tema ha sido pretexto para mucha más música, quizás algún día amplíe esta pequeña selección.

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